Se dice que en el año 1913, en la pequeña ciudad de Puntarenas, existía una embarcación llamada “El Galileo”. El dueño del barco, Hermenegildo Cruz Ayala, era originario de Chiriquí Panamá. Como muchos otros en esa época, Don Hermenegildo había venido a probar suerte en el joven puerto costarricense.
Silvano Nieto, capitán del Galileo narró:
“Las gigantescas olas se presentaban en el fragor de la tempestad. El Galileo se mecía entre el remolino del viento y del mar, mientras un sonido de maderas golpeadas me parecía decir que la embarcación amenazaba con partirse en muchos pedazos. Miles de ideas acudieron a mi mente, y el temor de morir ahogados se posesionó de mi mente. Mis tripulantes corrían de un lado a otro llorando; no ignoraban el peligro, y se sentían impotentes antes la adversidad. Por un momento sentía temor de Dios, y con lágrimas en los ojos, mientras los nudillos de mis manos parecían partirse por la fuerza con que trataba de sostener el timón, comencé a elevar una plegaria.
No soy un gran cristiano, pero en ese momento una fe infinita me acercó a Dios. Recordé las palabras de mi madre de que en todo peligro que me hallara, debía embocar la ayuda y protección de la Virgen María, y así lo hice. Fue cuestión de minutos que parecieron siglos, pero pronto me pareció ver, delante de la embarcación, una luz blanca. El mar al instante perdió toda su furia, y me pareció como si una fuerza divina nos estuviera hablando. Entendí que la virgencita había estado muy cerca de mi, y con gran regocijo embargo mi corazón.”
Don Hermenegildo dijo al sacerdote dijo
“Yo prometo Padre, que de hoy en adelante, todos los años, para el mes de julio, celebraremos la fiesta en el mar para nuestra Madre”
Desde entonces los porteños la llamaron la Virgen del Mar. Y todos los pescadores, grandes y pequeños, como una sola familia, salen por el Golfo de Nicoya a rendirle honor.
Esta actividad se realiza el segundo domingo del mes de julio. Primero con una gran misa. Después, todos los dueños de las embarcaciones, pequeñas y grandes, participan en una rifa para decidir cuál de las embarcaciones tendrá el honor de llevar a la Virgen del Mar a dar una vuelta por el mar. A esta embarcación la acompañan todos los barcos, lanchas, y pangas del puerto.
Esta actividad se realiza el segundo domingo de julio. Después de una gran misa, todas las embarcaciones, pequeñas y grandes
Es por esa razón, que la Virgen del Mar no solo es el elemento religioso más significativa dentro del la fe del pueblo porteño, sino también se ha convertido en uno de los valores de mayor identidad de la cultura de Puntarenas!!!